¿Quién eres tú, Joinville?

Hace 42 años te conocí y desde entonces busco descortinar esa ya vivenciada historia de 163 años.
¡Mucho tienes que contar!

Acoged sambaquianos, luso-brasileños con los afro-brasileños así como, teutos y teuto-brasileños.
Acompañó el paso de los sambaquianos aproximadamente hace 6.000 años, de los guaraníes y carijós en torno de 1.000 a 450 años atrás. También acogiste a la población ribereña a los márgenes de las embocaduras de tus ríos; Los caboclos, aproximadamente en el siglo XVII / XVIII. Siguiendo, abrazó a los luso-brasileños y afro-brasileños cuando del régimen de las Sesmarias, fruto del interés nacional de ocupación del territorio, a principios del siglo XIX. Finalmente, acogió, en la segunda mitad del mismo siglo, el pueblo germánico por medio de contrato comercial y, sin barreras, otras más etnias que en su suelo adentraron en el siglo siguiente.

Eres el suelo de muchas etnias, eres multicultural.

Tus marcas están en la historia, o mejor, en las varias historias clavadas.
También viviste al final del siglo XIX e inicio de lo siguiente, tres importantes ciclos económicos, los cuales te permitieron crecer y desarrollar: el de la cal, madera y principalmente el de la yerba mate. Este último, de corto período, pero próspero. Tus hijos lusos y teutos enaltecieron tu suelo con muestras singulares de estos ciclos: en la calle del Príncipe, Avenida Getúlio Vargas, Avenida Procópio Gomes, Rua Dr. João Colin, antes Caminos – de la Olaria, Catharina, del Mercado, del Norte y otros más Con edificaciones materializadas en el paisaje.

En el área rural también revela un historial de trabajo que, abrazado por la prodigiosa naturaleza que rodea a sus bandas, resulta en un hermoso acervo edificado, enmarcando un paisaje cultural.

Tus hijos conocen tu historia al pasar por esas y tantas otras calles y caminos, las huellas dejadas por tu existencia?

Recibiste el enaltecimiento en himno a tu homenaje, por ser la “Gloria de tus fundadores” y de “Monumento a tus colonizadores”. En tu suelo donde tus hijos se dieron de “Cuerpo y alma” y con “sangre, sudor y con lágrimas de tu propio cuerpo tu suelo riego”.

¿Quién eres, te pregunto? ¿Cómo te muestras, señora, después de tantos años y vivencias recorridas?

En otro tiempo fuiste señora ávida por recorrer caminos con bravura y determinismo. Hoy, ¿cómo te ves?

¿No te quejas? ¿Quédate quieta? ¿Quién tanto acogió, qué ves por ti hecho?
¿Nostálgica y lacónica ve tu camino y tu historia, se desvanecen en un lejano, casi
Escaso tiempo a apagarse?

Ya poseíste una orquesta sinfónica, asociaciones y clubes de danza, tiro, fútbol, ​​periódicos, revistas, boletines, almanaque … los cuales todavía intentan sobrevivir en parte, a lo que plantaste …

Tus hermosos jardines y hortalizas siendo todavía reproducidos y contemplados por los octogenarios que te homenajean en el recuerdo de los tiempos y en otros más actos de nostalgia.

Tus ríos, que acogieron a los hijos que llegaron. La bahía de Babitonga y los ríos adyacentes a los sambaquianos y luego los caboclos. El Río Bucarein y su puerto, donde sitios y haciendas de luso-brasileños con afro-brasileños alrededor se implantaron. Por estos mismos caminos la cuarta etnia, la de los pueblos germánicos, adentrando por el Río Cachoeira. El espejo no más de tu pasado cuando tus aguas eran límpidas.

En el muelle Conde D’Eu, con brazos abiertos recibimos el movimiento con la entrada y salida de pasajeros y mercancías. Se queda el Molino que en tu suelo asentado en 1910/13 fruto del trabajo de tus hijos lusos y teutos, a ser beneficiado por el advenimiento de la energía eléctrica en 1909, iniciado por los lusos. Al lado, la ruina de lo que fue la oficina de pasajeros a San Francisco del Sur, de la Agencia Marítima Oscar y Babitonga – desolado, olvidado, al tiempo esperando ser borrado de una vez, en un soplo de viento, tu historia.

Su tierra acogió a los recién llegados, con la intención de crear pequeñas aldeas, a los moldes de los cantones; Pero los rumbos cambiaron. Tu sede comenzó a desarrollarse con el brillo de tus hijos a principios del siglo siguiente a tu nacimiento, propagando la intención de una ciudad próspera. Así creaste más brazos extendidos, con la Estrada Doña Francisca a unirse al Planalto norte en 1903, con el ferrocarril en 1905, viniendo a descansar tu puerto; Seguidas por la apertura de callejones, la ampliación de calles y la tubería de zanjas. Las antiguas fábricas de fondo de quintal tuvieron condiciones de prosperar. Las chimeneas empezaron a marcar tu cielo con la implantación de la energía eléctrica. Hijos más recibiste en el período post-guerra, en función de que el gobierno haya buscado la protección del mercado interno. Así, tu suelo abrió rumbos para el sector industrial, multiplicando el número de máquinas. Una vez más, después de la Segunda Guerra, un nuevo impulso de crecimiento se dio, convirtiéndose en uno de los más importantes polos industriales del país, habiendo recibido el título de Manchester Catarinense. Pasaste a asumir las marcas que se constituyeron en el paisaje.

¿Qué sucedió a partir de entonces, a dar señales de contraposición al mantenimiento de la historia? ¿No estará bajo el riesgo de mantenerse bajo el silencio de las fotografías de un paisaje todavía presente? ¿Percibes que estás siendo des caracterizada y privada de tu historia en función de los bienes culturales que la componen? ¿Dónde pasarán a residir tu memoria e identidad? ¿No clamas para que tus hijos te recuerden, paseando libremente por tus espacios construidos, reviviendo, reapropiando y rehabilitando la historia, la cual compone las identidades culturales por ellos construidos? En la postulada habla de Ferrarotti (apud Henri-Pierre Jeudy, 1990): “la historia es importante como memoria colectiva del pasado, conciencia crítica del presente y premisa obligatoria del futuro”.

¿Cuántas preguntas, no? Sigamos recordándote…

Eres guerrera, fruto de tu saga, sobreviviente a tantas adversidades quizá ni siquiera imaginables. Sigue adelante Señora, a reafirmar tus orígenes, a evitar el riesgo de tu desaparición. ¿Quieres ser desfigurada hasta el punto de no más seres reconocida? ¡No eres anónima de una historia, al contrario, eres protagonista!

Tienen memorias que aún sobreviven, recordadas y mantenidas por los que contigo ya han trillado la mitad de esa historia a ser reafirmada. ¿Cómo te ves al final? ¿Puedes ver tu pasado contenido? Cuando completaste 100 años tu periferia estaba compuesta por cinco barrios: Bomsucesso, Gloria, Boa Vista, Itaum, Guanabara. Pasados ​​63 años, pasaste a contener más de tres decenas de barrios. Italo Calvino (1990) en su libro “Las Ciudades Invisibles” comenta – remitiendo especialmente a una de las ciudades visitadas – que las viejas tarjetas postales no representan más el pasado de la misma. El autor la evoca como otra ciudad que por casualidad también se llamaba por el mismo nombre, sin embargo con otra identidad.

¿Percibes que tus marcas hacen que no seas igual a la otra cualquiera que pueda parecerse a ti, sin embargo con otras historias?

Parece que ya fuiste, mientras convenía a tus hijos, pero hoy qué eres? ¿Una Señora ciudad, pero sin la fuerza de las historias a ser reafirmadas?

¿Puedes vislumbrar las posibilidades de seguir teniendo tu identidad? ¿Cuáles son las afinidades aún presentes que evocan a tu memoria de antes? ¿Mirando hacia el pasado podrás reencontrarlo en el presente y podrás contemplarlo en el futuro; O estás presa a los recuerdos de los nostálgicos de lo que fue? ¡Señora, eres motivo de celebración y rememoración!

¿Estás de acuerdo nuevamente con Calvino cuando éste interpone que: “si la existencia en todos los momentos es única […] la ciudad es el lugar de la existencia indivisible”?

¿Estás corriendo el riesgo de cambiar de memoria, de necesitar concentrar la mirada en la distancia lejana para iluminar tu presente? ¿Cómo ves reproducidas y valoradas las memorias colectivas? ¿Cuál es la probabilidad de que no se vaciarán de tu sentido para que los trazos del pasado, aún vivos, a evidenciar lo que aún está presente sobreviven? Miras tu vida renovada de cambio en cambio; O contemplas tu propia ausencia en silencio? ¿Percibes tu existencia de sucesivas décadas siendo destruida por el crecimiento de tu tierra? ¿Dónde residen tus monumentos, hitos a organizar y testificar tu espacio? ¿Se resumen a la sobras de los símbolos que la identifican a ser lamentados después del fin de tu cultura?

¿Percibes aún que tu existencia clama por ser preservada, evitando sobremanera el riesgo de tu destrucción y desaparición? ¿Habrá quietud si simulacros toman parte de tu existencia, a perder o estereotipar tu identidad, haciéndolos irreversibles?

Tienen mucho que reafirmar a tus hijos del presente y del futuro, mientras aprendes de tu existencia, clamando por afectividad, aprecio y apropiación de tu memoria.

Afirma Jeudy: “el valor es el decir del objeto devuelto como un espejo al individuo ya la colectividad”. ¿Estás de acuerdo?

Señora, dejemos que tus hijos respondan por ti.

Rosana Barreto Martins
Arquitecta, Maestro en Urbanismo, Historia y Arquitectura de la Ciudad/ Universidad Federal de Santa Catarina/Brasil

Junio 2014

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